Algunos dijeron y publicaron conceptos que no me gustaron. No habían podido entrar en el equipo y me censuraban injustamente. Antes de partir, reté en una carta pública a aquellos resentidos y declaré que a mi regreso me batiría con cada uno de ellos. Gané varios premios en el certamen y regresé dispuesto a realizar lo prometido. Otra vez los muchachos se rajaron. Todos me enviaron excusas y hasta felicitaciones por los triunfos. Y me quedé de nuevo con la espada en la mano