Trabajando con los Bulls aprendí que la manera más efectiva para forjar un equipo ganador es apelando a la necesidad de los jugadores de conectar con algo más grande que ellos mismos (...) Crear un equipo exitoso es esencialmente un acto espiritual. Esto requiere que los jugadores renuncien a sus interes personales por un bien mayor y así el conjunto sume más que la suma de sus partes.