Los suplentes suelen ser los primeros en ducharse. Huyen, no quieren compartir y desean que se les note el fastidio. En realidad el problema sólo admite dos respuestas: o lucha o no lucha, pero a veces el jugador pone la agresividad en el sitio equivocado... Es el síndrome del suplente,... pero que produce desencuentros frecuentes entre entrenadores y jugadores... Yo entendí hace tiempo que las explicaciones resultan vanas porque el jugador quiere jugar, no saber el motivo por el que no juega. Incluso parece predispuesto a no creer las razones, no siempre justas y a veces hasta peregrinas que le damos los entrenadores. Mostrar el desacuerdo es la estética de una rebeldía universal, acatar la decisión forma parte de la dignidad profesional.