La justicia en el fútbol tiene un carácter muy particular: es inmediata y sin apelación. Sabemos que la faz del mundo futbolístico puede cambiar por un error de arbitraje. Hay miles de ejemplos. Uno que recuerdo es del Mundial de 1998, cuando el árbitro cobró un penal contra Junior Baiano por una falta al noruego Tore Flo, lo que tuvo como consecuencia la eliminación de Marruecos. Porque el fútbol nos recuerda también que en nuestro mundo no basta con vencer al enemigo, también es necesario que otros equipos pierdan o ganen.