Una vez que usted está de acuerdo sobre el precio que usted y su familia deben pagar por el éxito, usted tiene que ignorar los daños menores, que son la presión del adversario, y los fracasos temporales.
Los ganadores nunca renuncian y los inconstantes e inseguros nunca ganan.
La práctica no hace la perfección. Solo la práctica de la perfección lo hace a uno perfecto.
Si usted puede aceptar el perder usted no puede ganar. Si usted puede caminar usted puede correr. Nadie está lastimado. El daño está en su mente.
Una vez que usted renuncia la primera vez, se le hace un hábito.
Muéstreme a una persona que sabe perder, y yo le mostrare que el gran perdedor (es usted).
Los líderes se hacen, ninguno nace. Son hechos por el esfuerzo, que es el precio que todos debemos pagar para conseguir cualquier objetivo que nos proponemos alcanzar.
Creo firmemente que la hora más fina de cualquier hombre, y su satisfacción más grande, es el momento cuando trabaja con el corazón en una buena causa y está tendido exhausto sobre el terreno de juego después de la batalla de la cual salio vencedor.
El líder nunca debe cerrar la brecha entre él y el equipo. Si lo hace, no es más el líder que debería ser. Debe recorrer una cuerda floja entre el deber de ganar y el control que lo hizo por el trabajo en equipo.
Una vez que estás vencido mentalmente, es mejor que ni te presentes a la línea de salida