Antes de que nacieras, tus padres no eran tan aburridos como ahora. Empezaron a serlo al pagar tus cuentas, limpiar tu ropa y escuchar tus quejas . Así que, antes de emprender tu lucha por las selvas vírgenes contaminadas por la generación de tus padres, inicia el camino limpiando las cosas de tu propia vida, empezando por tu habitación.
La vida no es justa. Acostúmbrate a ello.
Los obstáculos son esas cosas espantosas que ves cuando apartas los ojos de tu meta.
¿Quieres vender agua azucarada toda tu vida, o quieres venir conmigo y cambiar el mundo?
Está bien celebrar el éxito, pero es más importante tener en cuenta las lecciones del fracaso.
Si piensas que tu profesor es duro, espera a que tengas un jefe. Este sí que no tendrá vocación docente ni la paciencia requerida.
Dedicarse a servir cervezas o llevar pizzas no te quita dignidad. Tus abuelos lo llamaban de otra forma: Oportunidad.
Tenga un criterio de calidad. Algunas personas no están acostumbradas a un entorno en el que se espera la excelencia.
El fracaso es solo la oportunidad de comenzar de nuevo de forma más inteligente.
Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto.