El arte de vencer se aprende en las derrotas.
Dios concede la victoria a la constancia.
Juro por el Dios de mis padres, juro por mi patria, juro por mi honor, que no daré tranquilidad a mi alma, ni descanso a mi brazo, hasta no ver rotas las cadenas que oprimen a mi pueblo por voluntad de los poderosos.
Para el logro del triunfo siempre ha sido indispensable pasar por la senda de los sacrificios.
La esclavitud es hija de tinieblas, un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción.
Moral y luces son nuestras primeras necesidades.
Huid del país donde uno solo ejerce todos los poderes: es un país de esclavos.
La libertad es el único objetivo digno del sacrificio de la vida de los hombres.
La enseñanza de las buenas costumbres o hábitos sociales es tan esencial como la instrucción.
La confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe, es preciso mostrarla, porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan.