La verdadera medida del un hombre no la da su actitud en momentos de fortuna o bienestar, sino cuando se enfrenta a las adversidades de la vida.
Luchemos por alcanzar la serenidad de aceptar las cosas inevitables, el valor de cambias las cosas que podamos y la sabiduría para poder distinguir unas de otras.
La vida es un misterio, no una pregunta. No es un rompecabezas que resolver, no es una pregunta que debe ser respondida pero es un misterio para vivir, un misterio para ser amado, un misterio para ser bailado.
El cariño paternal, el contacto físico, la ternura amorosa hacia todos los seres vivos, la responsabilidad social y la atención especial a los menos privilegiados, todos estos conceptos son tan simples de entender. Entonces, ¿por qué su práctica parece costarnos tanto?
Sueño con el día en que el bien derrotado vencerá al mal triunfante.
Si el hombre no ha descubierto nada por lo que morir, no es digno de vivir.
Alcanzar la auténtica felicidad exige cambiar la mirada que se dirige al mundo y la manera de pensar.
Avanzando estos tres pasos, llegarás más cerca de los dioses: Primero: Habla con verdad. Segundo: No te dejes dominar por la cólera. Tercero: Da, aunque no tengas más que muy poco que dar.
La injusticia en cualquier lugar es una amenaza en todos lados.
Si un individuo posee la base espiritual necesaria, no se dejará vencer por la tentación tecnológica y la locura de poseer. Sabrá encontrar el justo equilibrio, sin pedir demasiado. El peligro constante es abrir la puerta a la codicia, uno de nuestros más encarnizados enemigos, y ahí reside el verdadero trabajo del espíritu.