El verdadero éxito de la globalización se determinará en la medida en que la misma permita disfrutar a cada persona de los bienes básicos de alimento y vivienda, educación y empleo, paz y progreso social, desarrollo económico y justicia.
La vida no es fácil para ninguno de nosotros. ¿Pero qué hay con eso? Tenemos que tener perseverancia y, sobre todo, confianza en nosotros mismos.
Usted no puede esperar construir un mundo mejor sin mejorar a las personas. Cada uno de nosotros debe trabajar para su propia mejora.
La Iglesia es la caricia del amor de Dios al mundo.
La paz no se escribe con letras de sangre, sino con la inteligencia y el corazón.
La humanidad necesita hombres prácticos, que sacar el mayor provecho de su trabajo, y, sin olvidar el interés general, salvaguardar sus propios intereses. Pero la humanidad también necesita soñadores, para quienes el desarrollo de una tarea sea tan cautivante que les resulte imposible dedicar su atención a su propio beneficio.
No hay que temer a nada en la vida, sólo tratar de comprender.
El camino del progreso no es ni rápido ni fácil.
El secreto de la paz está en el respeto de los derechos humanos.
Sin Dios la sociedad acaba deshumanizada.