Por eso América: si quieres la paz, trabaja por la justicia. Si quieres la justicia defiende la vida. Si quieres la vida, abraza la verdad, la verdad revelada por Dios.
Debemos perdonar siempre, recordando que nosotros mismos hemos necesitado el perdón. Tenemos necesidad de ser perdonados mucho más a menudo que de perdonar.
En relación con el hombre, la ciencia no puede considerarse neutral: es, en efecto, un don que viene de lo alto.
Los pobres no pueden esperar.
La Virgen es nuestra auténtica educadora en el camino de la fe.
La solidaridad no es un sentimiento superficial, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir, el bien de todos y cada uno para que todos seamos realmente responsables de todos.
Lo mismo en la época de las lanzas y las espadas que en la era de los cohetes nucleares, la primera víctima es el corazón del hombre.
El desarrollo es el nuevo nombre de la paz.
La fe, además de conocerla, hay que vivirla.
La vida no es fácil, para ninguno de nosotros. Pero... ¡Qué importa! Hay que perseverar y, sobre todo, tener confianza en uno mismo. Hay que sentirse dotado para realizar alguna cosa y que esa cosa hay que alcanzarla, cueste lo que cueste.