Actualmente existe un mal en la sociedad: no hay tolerancia al fracaso. La guía de las personas no está en su interior, sino que en el exterior, en lo que quiere la sociedad y la familia de ti, en lo que tenemos que hacer para ser bien vistos por otros.
Yo me considero una persona absolutamente distinta, pues me motiva lograr lo que nadie ha hecho, como ser campeona olímpica o campeona mundial. El modo de hacerlo es lanzando la bala cada vez más lejos.
En el fondo, ser deportista se traduce en una fuerza que uno mismo crea, pues el único vigor que podemos crearnos es la voluntad. Eso es ser deportista.
Quiero complementar el deporte con una profesión que me dé herramientas para conocer más el poder de la mente humana y cómo desde ahí podemos transformar el conocimiento en vida, o sea, aprender, aplicar y crear. Esa es la base para mí de ser y hacer.
Para mí, ser deportista profesional es un estilo de vida, una decisión crucial sobre la manera en que soy como persona. Es de mucha intensidad, es decir, todo lo que a alguien le pudo haber pasado como extremo, ocurre en la carrera deportiva y en poco tiempo.
Yo soy lanzadora de bala porque sé que puedo superarme, gracias al apoyo de Dulce Margarita García, mi entrenadora, quien me ayudará a conseguir lo que quiero.