La mitad de la vida es suerte, la otra disciplina; y ésta es decisoria ya que, sin disciplina, no se sabría por dónde empezar con la suerte.
Nunca nos hacemos enteramente a la idea de que contamos menos para los demás de lo que los demás cuentan para nosotros
Cuando no estamos seguros, al menos es señal de que estamos vivos.