Equivocarse es humano, perseverar voluntariamente en el error es diabólico.
La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano.
Los hombres están siempre dispuestos a curiosear y averiguar sobre las vidas ajenas, pero les da pereza conocerse a sí mismos y corregir su propia vida.
Una vez al año es lícito hacer locuras.
Si quieres conocer a una persona, no le preguntes lo que piensa sino lo que ama.
El que no tiene celos no está enamorado.
Las lágrimas son la sangre del alma.
No se accede a la verdad sino a través del amor.
No digas que el tiempo pasado fue mejor que el presente; las virtudes son las que hacen los buenos tiempos, y los vicios los que los vuelven malos.
Quien toma bienes de los pobres es un asesino de la caridad. Quien a ellos ayuda, es un virtuoso de la justicia.