El verdadero practicante debe ser un soldado que combate incesantemente contra sus enemigos interiores.
Si no perdonas por amor, perdona al menos por egoísmo, por tu propio bienestar.
Tanto el creyente como el no creyente son seres humanos. Debemos tenernos un gran respeto.
Sin amor la sociedad se encuentra en estado muy crítico. Y sin él nos enfrentamos cada vez más en el futuro a graves problemas. El amor es el centro de la vida humana.
La verdadera disciplina no se impone. Sólo puede venir del interior de nosotros mismos.
Recordar algo malo, es como llevar una carga para la mente.
Si tienes tiempo para respirar, tienes tiempo para meditar.
Nuestras buenas y nuestras malas acciones nos siguen casi como una sombra.
Por el esfuerzo, la vigilancia, la disciplina y el dominio de sí, el sabio se crea una isla que la inundación no logra destruir.
Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos.