Cuando me llamó el Barcelona en 1997 me reuní con Núñez [el presidente], Bobby Robson [el entrenador] y José Mourinho [el ayudante de Robson] y me dijeron que yo iba a ser el entrenador. Fue una gran sorpresa. En principio me ocuparía de la cantera pero ahí me dieron la primicia de que en realidad entrenaría al primer equipo... Mourinho, que tampoco lo debía saber, estaba enfadadísimo. Furioso. ¡Gritaba!. Yo no sabía nada de él pero descubrí que ya entonces era the special one. Al verle tan furioso pensé que este hombre tenía algo. Precisamente por eso lo contraté. Esa era mi filosofía.