Nunca me dejé tentar por los elogios. Los elogios en el fútbol son de una hipocresía absoluta.
Me siento más cómodo si el equipo que dirijo logra atacar más tiempo del que defiende.
Crear lo pueden hacer pocos, correr está al alcance de todos.
No hay que justificar ni satanizar. Hay que tomar conciencia de poner en marcha un cambio. Hay que tener autocrítica para mejorar
Pep, a los buenos jugadores los vemos vos, yo y la mayoría de la gente. Pasa lo mismo con los jugadores malos. El mérito está en advertir y saber que el jugador normal va a ser bueno.
Yo siempre les digo a los muchachos que el fútbol para nosotros es movimiento, desplazamiento. Que hay que estar siempre corriendo. A cualquier jugador, y en cualquier circunstancia, le encuentro un motivo para estar corriendo. En el fútbol no existe circunstancia alguna para que un jugador esté parado en la cancha.
El arma suya como periodistas es la palabra escrita. Mi arma es la palabra hablada. Yo uso cincuenta frases para redondear una idea y después ustedes tienen que ponerla en una línea.
Yo no concibo el fútbol sin protagonismo. Tengo una atracción exagerada por la victoria. Y el protagonismo es el mejor camino para acercarse a ella.
La oferta de la recepción debe ser vertical.
El técnico tiene que tener un aspecto único y no hacer sentir al futbolista como un igual