Trabajar en Macintosh ha sido la exeriencia más bonita de mi vida. Casi todos los que trabajaron allí no querían dejarlo al final. No queríamos aceptar que era el final. Cuando finalmente se anunció en la asamblea de accionistas, todo el mundo en el auditorio se puso de pie y le dio una ovación de cinco minutos. Fue increible para mí ver al equipo de Mac en las primeras filas. Era como si ninguno de nosotros pudiese creer que en realidad había terminado. Todo el mundo empezó a llorar.